LA AGENDA DE MADRE 1972-1973. Volumen 13
(595 páginas)
“Antes de morir, la mentira se desencadena. La gente sólo entiende la lección de la catástrofe. ¿Será preciso que ésta llegue para que abran los ojos?”
Es el año del Wattergate, del viaje de Nixon a Pekín, el asesinato de los atletas israelíes en Munich, el primer embargo petrolero. Es el último camino de Madre. Un camino sembrado de insólitas vivencias y de visiones fulgurantes. El fin de un mundo, y el comienzo de otro… si queremos, o incluso aunque no queramos.
“A veces, es tan nuevo e inesperado que es casi doloroso”. Y nosotros le preguntábamos: “¿Pero es un estado fuera de la Materia?” “Yo no salgo de la vida material –nos confesaba–, pero… aparece muy distinta. Es rarísimo. Y es FÍSICO, ¡esto es lo extraordinario! Como si lo físico se desdoblara… Un estado nuevo en la Materia. Pero regido por algo que no es el Sol, no sé qué es… Estoy tocando otro mundo. Otra manera de ser…, peligrosa, pero maravillosa”.
Y cómo escuchábamos su pequeño hálito jadeante, cada vez más jadeante, que parecía venir de algún otro lado de la Tierra: “No hay diferencia entre la vida y la muerte. No es ni la vida ni la muerte, es… algo… ¿comprendes?, no es que desaparezca la muerte: LAS DOS están cambiando… en algo que no se conoce aún, que parece a la vez extremadamente peligroso y totalmente maravilloso”. ¿Y si la “muerte” fuera sólo el otro lado MATERIAL de nuestra pecera humana: una orilla soleada para una próxima especie? ¿Un nuevo estado de los dos lados del mundo en el que la vida y la muerte se mudan en… otra cosa? “Estoy caminando por una finísima línea, muy estrecha…” Y este grito, esta súplica: “¡Dejadme hacer el trabajo!”
El 17 de noviembre de 1973, ella, aparentemente, se extinguía… ¿por qué?
“La función no ha terminado, esperad al último acto” –había dicho.
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