LA AGENDA DE MADRE, 1951-1960, Volumen 1
658 páginas
En este primer volumen tiene un relieve particular el camino de Satprem. Sus resistencias, su continua necesidad de fuga, las rebeliones de aquél que Madre escogió como el testigo de su experimento, formando el cuadro de lo que pudiéramos llamar “la preparación del instrumento”.
A través de un intercambio casi continuo de correspondencia y entrevistas, que son como los golpes de fragua de esa preparación, muchas veces nos llegan, igual que el rayo solar rasga el cielo encapotado, las primeras experiencias radicales de Madre que van a determinar y orientar toda su búsqueda posterior.
Si sabemos ir más allá de una lectura personalista, veremos cómo las reacciones de Satprem son las de toda una especie y su medio, ante una Fuerza insólita, insoportable, que va rompiendo los parámetros de una humanidad atacada precisamente en sus características más “humanas”. No hacemos más que lamentarnos de nuestras miserias, pero en el fondo “el hombre está enamorado del dolor”, había observado ya Sri Aurobindo.
Y veremos también cómo la “especie nueva” asoma ya bajo la piel del homo-sapiens destinado a desaparecer. Y por qué los hombres, incluido este singular representante, que es Satprem, nos sentimos amenazados y no queremos abdicar. Veremos en nosotros, más o menos explícitamente, nuestras reacciones de lectores ante las perspectivas, que Madre nos va poco a poco abriendo, de una mutación radical. Todo esto suscita ante La Agenda una especie de vértigo, de instinto de huida, una abierta o soterrada rebelión, o la irónica autosuficiencia de un intelecto que vacila y vislumbra que puede ser superado.
Sí, Satprem, nuestro representante humano en esta historia, tenía que ser preparado; no solo para comprender el verdadero sentido evolutivo de los descubrimientos de Madre, sino sobre todo para fraguar en él, y en nosotros si queremos, una voluntad firme y clara capaz de compartir y acompañar a Madre en la batalla contra las viejas fuerzas oscuras inmovilistas y capaz de soportar el asalto vivificador de la nueva Fuerza. Es más, al cabo de 19 años, él mismo, y nosotros si queremos, continuaríamos la batalla, el experimento mutador.
Ella le amó, y él confió en ella. Así de simple.
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