LA AGENDA DE MADRE, 1971. Volumen 12  

(339 páginas) Nota: Las agendas que no tienen foto de portada no han sido publicadas aún en castellano.
 

       El último giro del Yoga de Madre, del que emerge con un grito: “He estado caminando mucho tiempo, mucho tiempo. Era un grito continuo, como si me arrancaran todo”.

      Era todo el problema del mundo. Esta AGENDA estará ya cada vez más sembrada de pequeños gritos desgarradores. No era suficiente que ella hubiera encontrado el secreto para sí, era necesario que también los demás lo comprendieran, sus propios discípulos, la gente en general, incluso los Estados encerrados en su poder egoísta: “¡No tienen fe! No dejan de repetir: “Esta vieja, esta vieja…” Una atmósfera de resistencia al cambio: “es imposible”, por todas partes. Es necesario no perder ni un minuto, tengo prisa… Es necesario, sí, es necesario que venga el reino de lo divino… Si todo el bloque ruso girara en el sentido correcto, ¡sería una ayuda formidable! La victoria es segura, pero no sé por qué camino pasaremos para llegar… Hay que aferrarse, aferrarse tanto a la Verdad… Ya no me escuchan”.

      Madre tiene 93 años, y sigue caminando a tientas por lo desconocido: “Veo más claro con los ojos cerrados que con los ojos abiertos, y me refiero a la visión física, puramente física, pero de una física que parece más… completa. ¡Es la consciencia de las células lo que debe cambiar, el resto seguirá con toda naturalidad! Tengo la impresión de que estoy en camino de descubrir la ilusión que hay que destruir para que la vida física pueda ser ininterrumpida. La muerte viene de una deformación de la consciencia”.

      ¿La escucharemos, la dejaremos hacer? “Sólo una muerte violenta podría detener la transformación, si no, el cuerpo sabe que el trabajo continuará…” Y este grito también: “¡Habrá un milagro. ¿Cuál? No lo sé!”